martes, 13 de diciembre de 2011

Una ves, un maestro de la ceremonia del té, en el viejo Japón accidentalmente ofendió a un soldado, se disculpó rapidamente, pero el impetuoso soldado exigió que el asunto fuera resuelto en un duelo de espada.

El maestro del té, que no tenia experiencia con las espadas, pidió consejo a un amigo maestro de Zen quien si tenia la habilidad. Mientras su amigo le servia, el espadachin Zen que no lo podia ayudar, nóto cómo el maestro del té realizaba su arte con perfecta concentración y tranquilidad.

"Mañana", dijo el espadachín Zen, "cuando se enfrente al soldado, sostenga la espada sobre su cabeza, como si estuviera listo para embestir y dele la cara con la misma concentración y tranquilidad con las cuales usted realiza la ceremonia del té".

Al día siguente, a la hora y lugar acordados para el duelo, el maestro del té siguio este consejo.

El soldado, alistandose para atacar,miró fijamente la cara completamente atenta pero tranquila del maestro del té. Finalmente, el soldado bajo su espada, se disculpó por su arrogancia, y se fue solo golpe fuera dado.